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domingo, 9 de noviembre de 2008

Etapa 24 .·. Ref. Vallferrera - Ref. Coma Pedrosa · 21 jul 07

Siempre agradezco pasar la noche en el comedor de los refugios. Me encanta que no haya sitio en las literas y poder dormir en una sala con menos personas. Tiene un inconveniente y es que a la hora de acostarte éres el último y a la hora de levantarte, el primero. Pero a mi me compensa, hay horas suficientes para descansar, y además salimos zumbando cosa que luego en la etapa es una ventaja.
 Después de un buen desayuno nos ponemos en marcha a las 07:30. Todos a la vez y por grupos para diferentes sitios. Pica d´Estats, ref y collado de Baiau, Comapedrosa....El grupo más numeroso que sigue nuestro camino se nos anticipa. Esta nublado, amenaza lluvia y las nubes lo tapan tod a partir de una cierta altura. Nuestro collado debe estar tomado por las nubes. Siempre te queda la esperanza de que el día abra y podamos ver las cumbres. Eso va sucediendo en determinados momentos pero rápidamente se vuelve a cubrir y cada vez más. Empieza a llover y nos pilla un poco confiados. Aparecen nuestras capas y las bolsas protectoras de los macutos. Hay que evitar que nos entre agua dentro. En medio de aguacero nos colocamos todo intentando mojarnos lo menos posible. Jesús ya se había puesto su capa o "capelina" como él la llama y me ayudo tapándome, para protegerme del agua. Empieza a tronar y a relampaguear. Nos cruzamos con dos chicas extranjeras que bajan empapadas y nosotros seguimos buscando las señales del gr entre la lluvia y el agua que va formando en el suelo charcos y regueros. Empieza a granizar fuerte. Hubo un momento que me sentí acorralado y para protegerme me agaché y me coloqué un pedazo de pizarra en la cabeza a modo de sombrero para que el granizo no me hiciera daño. Los truenos y los relámpagos eran cada vez más fuertes y la verdad es que me encontraba muy incómodo. El agua la notaba ya en algunas partes del cuerpo. Cuando llueve de esa manera, racheado, con aire, un punto débil es el cuello y la propia capa que se levanta de vez en cuando dejando que el agua entre por todos los sitios. Lo primero que hace agua son las botas. Yo me puse los guetres pero ni con esas, Jesús no llevaba. Probablemente que ya habían perdido la impermeabilidad o es que caia mucha agua. Aparece la niebla, estamos muy cerca de los 2.500 mts, debajo del refuio Baiau y no le vemos. Los truenos, los rayos, el agua y la niebla nos tienen prisioneros, mojándonos cada vez más, con frío en las manos, en los pies húmedos y notando que el cuerpo en general va perdiendo calor y fuerzas. Todo el paisaje era blanco. Lo más próximo, lo que pisábamos, estaba blanco de la granizada que caía. Y lo de enfrente también blanco por la niebla que nos rodeaba por arriba y por debajo. La verdad es que hubo un momento que perdí la orientación y como el granizo tapaba las marcas no sabía que sentido coger. Los truenos se oyen con un estruendo tremendo ya que estamos en la cabecera del valle, donde se cierra y donde los picos y sus formidables paredes transmiten una resonancia especial "siempre preocupante". Los rayos iluminando a través de la niebla a modo de fogonazos y avisándote del estruendo que viene luego cogen todo el protagonismo del momento y no paro de acordarme de lecturas de montaña en las que te previenen de un cierto zumbido de abejas porque se trata de que la zona o tu mismo te estás cargando eléctricamente y las posibilidades de que te caiga el rayo son grandes. Nunca he tenido esa experiencia pero cada vez que me encuentro entre rayos me viene a la memoria y voy pendiente por si lo siento, para separarme del macuto y tirarme al suelo. Son momentos delicados en los que los más importante es saber que la montaña ha colocado un escenario diferente y que en este momento toca el agua y el frío. Quizás, dentro de una hora todo cambia y la montaña nos ofrece un escenario de sol y colores. Ahora, en estos momentos difíciles lo importante es no perder la confianza en ti mismo y no dar un paso sin saber que lo estás haciendo bien. Sin prisas, podemos observar algún detalle entre la niebla y el suelo blanco del granizo que nos permita asegurar nuestros siguientes pasos. Por un instante, la niebla nos deja ver el refugio Baiau que se encuentra encima de una pequeña elevación de rocas en donde esta asegurada su estructura metálica y semi-cilíndrica. A su lado hay un gran pararrayos. Solo tenemos que subir unos metros y alcanzar las escaleras que te llevan a la puerta del refugio. Estamos deseando llegar para salir de la situación tan precaria en la que nos encontramos desde hace dos horas. Llegamos a las 10:45.
El refugio está lleno de gente. El grupo grande que salió antes que nosotros lo tienen tomado. Nos dan la bienvenida. Hablan en catalán pero no recuerdo su procedencia. El refugio es un medio tubo yo creo que de menos de diez metros de largo y a los lados están las literas. Nos hacemos un hueco intentado que el agua que chorreamos no empape nada esencial y bueno aquel sitio de momento es lo mejor que podemos tener y agradecemos el calor y la compañia de la gente. Nos disponemos a comer. Jesús no se si llegó a probar bocado, yo me comí el bocadillo que nos habían preparado en el refugio, un poco de queso y algunos frutos secos. Jesús hablaba con el grupo de gente.
Al poco llegaron tres mujeres francesas y se instalaron al fondo.
Cuando ya creímos que la tormenta bajó en intensidad decidimos cerrar nuestros macutos ponernos las capas y continuar nuestra marcha. Lo siguiente era salvar un desnivel de 300 mts que en condiciones normales se hace muy bien pero no teníamos ni idea de lo que venía después. Cuando se cerraba de nuevo me transmitía inseguridad. Bravo por Jesús que controló en todo momento la situación y en su caso tiene todo el mérito ya que hasta ahora y desde que yo le conozco, veinte años, las nieblas han sido siempre su punto flojo. Cuando atravesamos las nieblas de Navarra creemos que le sirvio para superarlo y no sufrir de más.
Lo vivido hoy en otro momento le habría obligado a volverse.
El camino continua por detrás del refugio y baja por una zona de piedra resbaladiza y dejando el estany a la derecha continuamos siguiendo las marcas que ahora se dejan ver. Este es un momento clave ya que no se ven marcas ladera arriba pero si se ven hitos. Nosotros, sin preocuparnos más decidimos seguir los hitos sin comprobar si había marcas por otro sitio. Sin saberlo, estabamos equivocándonos porque además las nieblas que estaban agarradas por encima de nosotros no nos dejaban ver las cumbres para adivinar el collado por el que deberíamos cruzar. Había que meterse de nuevo en la niebla para subir a los 2.800 mts y pasar al otro lado, a Andorra.
Por donde comenzamos a subir, unos hitos más o menos claros te van indicando que por ahí se va a algún sitio, hasta que empiezan a escasear y desaparecen y entonces nos quedamos desolados. Vuelven a aparecer y te animas de nuevo. Todo esto mientras subes hacia las nieblas que algunas veces te envuelven y no ves nada y luego se corren como una cortina de un teatro y te dejan ver hacia abajo el espectáculo del agua azulada del estany y en algún momento el refugio del que venimos. Nuestra esperanza de ver señales pintadas se va minando y entonces ya nos preocupó aquello que nos debía haber preocupado antes de subir a donde estábamos. A 2.650 mts empezamos a dudar de que encontraríamos marcas blancas y rojas, y menos mal que no fue así, porque después, observando con detenimiento los mapas, veo que la dirección que llevabamos nos habría dejado en el mismo valle al que íbamos pero un poco más en la cabecera, y es la variante Gr11-1a. Menos mal que esta variante no estaba pintada porque habríamos creido estar en el camino correcto. En esta zona no hay ningún poste con cartel indicador de las posibles direcciones. Habríamos entrado en Andorra por el norte de la Roca Entavessada, por debajo de la divisoria de crestas con Francia y por los estanys Forcats pasando por el refugio del Pla de l´Estany -libre- a coger el Gr 11 ya más abajo del refugio de Coma Pedrosa con lo que no habríamos podido descansar como necesitábamos.
Decidimos bajarnos hasta donde perdimos las marcas y buscar de nuevo. Llegamos prácticamente hasta el agua fría del estany que hace con su azul oscuro un contraste fuerte con el blanco pastel de las nieblas y a veces sobrecoge un poco. Jesús baja delante y es el primero en encontrar las marcas en las piedras. Nos alegra mucho porque con las condiciones de niebla que tenemos y con el desgaste ya acumulado empieza uno a perder confianza y todo se vuelve más duro de lo que en condiciones normales podría ser.
El camino sigue a un metro del agua, horizontalmente, y empieza a tomar altura por una pedrera incómoda. A veces los bloques son grandes y hay que pisar con cuidado para no doblarte un pie o darte un golpe en una rodilla. Otras veces son pizarras de mil tamaños mezcladas con tierra agua y granizo convertido en nieve. A veces pisas y el suelo no cede ni resbala y a veces el suelo cede a tus pies y te hundes en una mezcla de pequeñas pizarras que no te sujetan y de barro. A veces das un paso y bajas dos. El cuidado es extremo en mí ya que a cada paso que doy se desprenden piedras grandes y pequeñas y Jesús viene detrás. Le comento que no se coloque en mi vertical ya que es imprevisible el desprendimiento o corrimiento de tierra y piedras. Por suerte vamos encontrando las marcas y nos dirigen, ya que todavia no estamos viendo el collado. La niebla nos lo impide. La pendiente se hace más fuerte y nos empieza a llover y a granizar, nosotros vamos dando pasos muy despacio pero con la certeza de que esto se acabará un poco más arriba. Los corrimientos de terreno se producen continuamente. Muy cansados, parando cada dos pasos, intentando mantener el equilibrio en la fuerte pendiente, pisando a veces en piedras que se mueven, otras en granizo fundido y helado, clavando el piolet para apoyar nuestro cuerpo arqueado, sitiendo las manos heladas y los pies totalmente empapados y frios, vamos superando poco a poco, con mucha fe en nuestras posibilidades, esos metros que en condiciones extremas hacen que llegues sobrepases el límite del que tu estarías dispuesto a llegar.
Pero los límites los pone la montaña, no tu. En esta situación de debilidad extrema como fue este caso, tus pensamientos solo son como vas a dar el próximo paso, que frio siento, tranquilo, venga un poco más...Tu existencia se reduce a vivir solo un momento tan presente que todo lo demás no tiene sitio. Supervivencia pura. En un momento de descanso te acuerdas de los tuyos y sabes que con cuidado y paso a paso vas a salir de allí.
Jesús va detrás de mi y le noto también muy cansado. Yo según voy viendo el final aprovecho para volverme y ver a Jesús que pasa por donde yo he pasado antes y le ánimo, le digo: cuidado tranquilo, estamos llegando, no resbales...
Llegamos metidos en la niebla, no vemos ni de donde venimos ni a donde vamos. Un paisaje que es espectacular la niebla no nos deja saborearlo. Graniza a ráfagas, llueve, relampaguea y truena. Son las constantes con las que caminamos, además de nuestra respiración, fuerte y profunda con la intentamos coger fuerzas con el aire frío que inhalamos.
Collado de Baiau
Son las 14:50. Estamos a 2.750 mts. en el collado Baiau. Nos abrazamos. Ha pasado lo peor pero todavía graniza, nieva, llueve, relampaguea y truena...Todo al mismo tiempo. Estamos muy cansados aunque ya una sonrisa se nos ve en la cara, por allí abajo se adivina la luz del sol. Acabamos de entrar en Andorra y lo vamos a agradecer enseguida.
Collado de Baiau, terminando.
En los primeros momentos te dices -bueno a ver donde estan las marcas para empezar bien- , y comienzas a dar pasos sin dejar de mirar unos metros mas allá. De pronto descubrimos que una "autopista" nace debajo de nuestras botas y que con una señalización abundante y yo diría que hasta exagerada nos lleva rápidos cuesta abajo huyendo de los rayos y del granizo. A veces nos cae nieve y llegamos a la zona cerrada del estany Negre con toda la tormenta encima de nuestras cabezas, pero el canchal que hay en esa zona esta muy bien marcado y no te puedes perder. Pasas el desagüe y el camino se precipita valle abajo siguiendo el curso del Rio de Coma Pedrosa. La niebla la vamos dejando atrás, la lluvia que hace un rato a sustituido al granizo también parece que va aflojando y poco a poco nos vamos quedando tranquilos, podemos hablarnos sin prisas, caminando a veces juntos y saboreando ya la hospitalidad que suponemos vamos a encontrar en el refugio al que vamos.
Llegamos a las 16:05. En la entrada dejamos las botas y las capas y pasamos a dentro. Es un refugio grande y han encendido la lumbre. Otros antes y nosotros, lo aprovechamos para colocar nuestras botas, calcetines, pantalones, cerca del fuego. Lo agradecemos muchísimo, hemos perdido mucho calor durante toda la jornada. Charlamos con alegría con la gente que hay alli, algunos montañeros y un muchacho del refugio, nos ocupamos de recolocar todas nuestras cosas, airearlas y secarlas. Los planos se han mojado. La humedad ha acabado entrando dentro del macuto. Es una buena medida llevar la ropa en bolsas de plástico para evitar sorpresas desagradables.
Los pies estan blancos de la humedad y helados, como dormidos. El calor del fuego los despierta.
Nos pusieron de cenar una sopa y una salchicha gorda con algo más. Puede que algo más pero no me acuerdo. Eso sí, con vino. Jesús y yo no perdonamos y es que además estamos convencidos que nos ayuda a recuperarnos...

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